Comentarios de Medicina integrativa
¿Qué sabemos?
A pesar de la resistencia de las instituciones sanitarias convencionales, los servicios de la medicina integrativa para prevenir y tratar enfermedades crónicas parecen estar aumentando rápidamente, en gran medida por la demanda, mediación e interés del público (19, 22, 23). Varios estudios indican que el uso de la MTAC se ha incrementado en el mundo, independientemente de las culturas o del nivel socioeconómico. Con todo, en los países desarrollados la mayoría de los usuarios suelen ser personas jóvenes, acomodadas y con estudios, que esperan ejercer el control sobre sus enfermedades y los respectivos tratamientos. (24-31).
A través de su Programa de Medicina Tradicional, la OMS estimó que el 80% de la población mundial utiliza en la actualidad la MTAC como fuente principal de tratamientos médicos (32,33). La mayoría de la población de África, Asia, y América Latina utiliza la MTAC como apoyo para satisfacer algunas de sus necesidades sanitarias básicas. En África, hasta un 80% de la población utiliza la MTAC como atención primaria, mientras que en India la cifra alcanza el 70% (34). El porcentaje de población que acudió a la MTAC al menos una vez en los últimos diez años en países con una renta alta es asimismo significativo: un 42% en los EE.UU., un 48% en Australia, un 49% en Francia y un 70% en Canadá (24, 35).
Un estudio de 2002 realizado por la Universidad de Harvard indicó que aproximadamente 72 millones de adultos norteamericanos utilizaron los servicios de la MTAC principalmente para controlar enfermedades tales como la diabetes, el cáncer, la depresión, enfermedades hepáticas crónicas y reumatismos, y para tratar el dolor. Entre los tratamientos de MTAC para este último punto se incluyen la acupuntura, la terapia con láser de baja intensidad, la meditación, la aromaterapia, la danzaterapia, la musicoterapia, el masaje, la fitoterapia, la palpación terapéutica, el yoga, la osteopatía, la quiropráctica, la naturopatía y la homeopatía (25). Este estudio reveló también bastante estabilidad en la prevalencia de uso de la MTAC que, con los años, se ha mantenido en torno a uno de cada tres adultos en total en los EE. UU. Estos resultados se confirmaron en la encuesta nacional de salud de 2007 (National Health Interview Survey, NHIS por sus siglas en inglés) realizada en dicho país, un sondeo anual basado en entrevistas personales a norteamericanos sobre sus experiencias relacionadas con la salud y con la enfermedad, que indicó que aproximadamente un 38% de los adultos (unos 4 de cada 10), así como un 12% de los niños, aproximadamente (1 de cada 9) hacen uso de alguna terapéutica de la MTAC. Los productos naturales sin vitaminar y sin mineralizar son las terapias que más utilizan los adultos y se suelen indicar en casos de afecciones reumáticas, tales como raquialgias, cervicalgias o artralgias (30).
En pacientes con depresión grave, el uso de MTAC puede ser superior al 40%, y el 50% de enfermos con cáncer recurre a ella en conjunción con los tratamientos oncológicos convencionales (36). Una revisión bibliográfica de veintiséis encuestas de trece países, incluidos los EE. UU., Alemania, el Reino Unido, Noruega, Austria, Australia, Taiwán, Italia, Argentina, Finlandia, Holanda, Suiza y China, sugirió que es normal el uso de la MTAC entre los pacientes con cáncer, con una tasa de prevalencia media entre los estudios del 31% (rango de 7% a 64%) (37). Estudios más recientes sugieren que el empleo de la MTAC podría resultar considerablemente superior, puesto que algunos estudios presentan tasas del 83% en una muestra de 453 pacientes ambulatorios (38), del 70% en una muestra de 356 pacientes con cáncer de colon, de mama y de próstata (39) y de hasta un 73% en catorce países europeos (40).
En pacientes pediátricos, las tasas parecen igualmente elevadas, oscilando entre un 33% en el Reino Unido (41) y un 84% en los EE. UU. (42).
Para el cáncer, las medicinas y remedios herbarios utilizados junto con la homeopatía, vitaminas y minerales, tés medicinales, sanación espiritual, y técnicas de relajación, parecen ser las terapias de MTAC más utilizadas (40,43). Aparte de para tratar el cáncer, la MTAC es usada a menudo en la “tríada de enfermedades crónicas” (artritis, trastornos reumáticos e ictus), o por personas que experimentan poca satisfacción con los tratamientos, o aquéllas de fuertes creencias culturales (44).
La MTAC también suele ser demandada por personas a las que se les ha diagnosticado una enfermedad crónica (23), y por aquéllas personas sanas conscientes interesadas en intervenciones que puedan ayudarles a prevenir las enfermedades (45).
Enfatizar la integración no implica ni un rechazo de la medicina convencional ni la presunción de que todos los tipos de MTAC funcionan (46). Los defensores de la MTAC sostienen que sus intervenciones y sus métodos son eficaces en el tratamiento contra un amplio especto de enfermedades de diversa gravedad y que las intervenciones de la medicina integral favorecen cambios de conducta positivos en cuanto a dieta, ejercicio, tratamiento contra el estrés y bienestar emocional se refiere (6, 7, 47). No obstante, la mayor parte de los tratamientos recomendados se basan en la opinión más que en la investigación. Es innegable que la opinión y las pruebas pueden diferir sin que ninguna sea necesariamente incorrecta y se podría recomendar una intervención sin el respaldo de un estudio simplemente porque todavía no hubiera ensayos disponibles. Como Ernst y sus colegas apuntaron, la ausencia de pruebas de eficacia no implica la ausencia de la misma (13).
Sin embargo, existen escasas evidencias sobre la efectividad, daño potencial y costes generales resultantes de integrar la MTAC con los métodos de asistencia occidentales convencionales (22, 48) y hay cierta preocupación sobre la medicina integral, en especial por la ausencia de definiciones y descripciones claras para muchas de las intervenciones y términos (49, 50). Es también fundamental estandarizar la formación en medicina integral (8, 51, 52, 53) y realizar más investigación científica en el campo de la eficacia de la MTAC en enfermedades crónicas, así como de la idoneidad, calidad, disponibilidad y coste de las modalidades de la MTAC en el sistema sanitario actual.
Se han publicado una serie de estudios y revisiones sistemáticas sobre las pruebas de la eficacia de la MTAC en enfermedades crónicas, y ensayos clínicos recientes han mostrado resultados tanto positivos (54, 55, 56, 57) como negativos (58, 59, 60) en intervenciones específicas. Sin embargo, las pruebas varían ampliamente según los países y los tipos de estudio.
En 2009, un intento de resumir las evidencias de los ensayos clínicos y revisiones sistemáticas disponibles concluyó que sólo un 7,4% de los 685 emparejamientos tratamiento/enfermedad se basaban en lo que los autores consideraban una prueba firme (una combinación del peso y de la dirección de los estudios). De este análisis, a 51 pares se los describió como “de máximo ‘peso’” en lo que a pruebas respecta y claramente positivos” (61). La tabla de abajo muestra una lista con los pares formados por los tratamientos de MTAC más utilizados y las enfermedades para las que parecen existir pruebas firmes. Aunque este planteamiento resulte de gran importancia, debe complementarse con un análisis mucho más profundo de los datos disponibles antes de llegar a una conclusión respecto al tratamiento de las personas que padecen de múltiples enfermedades crónicas.
Tabla 1. Tratamientos de MAC basados en pruebas firmes*
*Extraído de How Much of CAM is Based on Research Evidence? (¿Cuánta MCA se basa en investigaciones?) Ernst, 2009.
Probablemente el método más estudiado haya sido la combinación de plantas medicinales con medicamentos convencionales. La OMS estima que de las 35.000 a 70.000 especies de plantas que se utilizan con fines medicinales en el mundo sólo 5.000 se han sometido a un examen biomédico formal (33). De éstas, se ha evaluado un número mucho menor para confirmar sus efectos beneficiosos o perjudiciales, en especial aquéllos relacionados con la interacción planta-medicamento (62,63,64). No obstante, en muchos países se están empezando a obtener pruebas científicas favorables de la eficacia de estos métodos, al desprenderse de ensayos aleatorios controlados un comportamiento positivo de las hierbas frente al placebo. Además, varios estudios indican que los productos derivados de las plantas pueden, de hecho, complementar y mejorar, así como empeorar, la eficacia de las propiedades de los medicamentos de uso común (65).
En los últimos años, se ha trabajado mucho para aumentar la credibilidad y la aceptación de los medicamentos herbarios y para ajustarse a las nuevas normativas en materia de calidad, de prácticas de fabricación adecuadas y de investigación científica. Instituciones mundiales gubernamentales y no gubernamentales andan invirtiendo un gran número de recursos en facilitar la investigación en esta área y en aumentar el conjunto de las pruebas del valor de estas medicinas herbarias en la mejora de la salud de las personas (66, 67, 68, 69, 70).
Una consecuencia importante y uno de los objetivos principales de la medicina integral es reducir el coste de la asistencia médica sin sacrificar la calidad de vida. Hay dos principios clave que resultan cruciales para que esto ocurra: la normalización y la sustitución. La normalización hace posible la autodeterminación; el principio de sustitución conlleva el remplazo de servicios costosos por otros más asequibles. Esto ocurre en el sistema sanitario establecido cuando una compañía aseguradora o un centro sanitario utilizan genéricos en lugar de medicamentos con marca, o cuando a los pacientes se les da el alta tras una operación quirúrgica, equipados con todo lo necesario para sus cuidados personales. A la larga, se reduce el coste al tiempo que aumenta la emancipación del paciente, pero sin arriesgar los resultados generales de salud, de modo que se reduce la carga que soportan los sanitarios (71, 72).
Pese a todo, en algunas situaciones, la sustitución y el autocuidado vienen impuestos. En las comunidades más pobres del mundo, las personas se ven obligadas a confiar en los sistemas y en los sanadores tradicionales, así como en las medicinas herbarias y en mejunjes de dudosa calidad como sustitutos de los tratamientos convencionales, en un esfuerzo por compensar el escaso acceso a los recursos apropiados. Pero esta limitación no se debe sólo a la escasez económica sino también a la falta de acceso a medicamentos aptos. De hecho, la OMS denunció que menos del 1% de casi los 1.400 fármacos registrados entre 1975 y 1999 estaban destinados a tratar las enfermedades que padecían los habitantes de las zonas más pobres del planeta (73,74).
Aunque la OMS ha iniciado planes y ha establecido centros para ayudar a los diferentes países a integrar la medicina tradicional en los planes sanitarios nacionales (75), las naciones más ricas del mundo continúan usando la MTAC más como un complemento que como una alternativa a la sanidad al uso. En los años noventa se inauguraron varios centros de medicina integral por todo el mundo. En los EE. UU. la encuesta anual sobre hospitales de 2003 que realiza la Asociación de hospitales americanos (AHA por sus siglas en inglés) mostró que el porcentaje de hospitales que ofrecen MTAC se ha doblado con creces en menos de una década, con un incremento de cerca del 9% en 1998 a casi un 20% en 2003. De los 1.007 encuestados, 269 hospitales afirmaron ofrecer algún tipo de servicio de MAC. Las tres razones principales eran: la demanda de los pacientes (83%), la obligación de la organización (69%) y la eficacia clínica (61%). El 24% de los hospitales que no ofrecía en ese momento ningún tipo de MTAC declaró que se encontraba en sus planes de futuro.
Por lo general, los pacientes pagan esta asistencia de su bolsillo, aunque en ocasiones es posible que el seguro reembolse algunos servicios tales como el asesoramiento nutricional, los tratamientos quiroprácticos y la biorregulación (76). Un estudio similar realizado en 2007 indicó que más del 37% (cifra en ascenso desde un 26% en 2005) de los hospitales norteamericanos ofrecía una o más terapias de MTAC y el 67% de los encuestados declaró que la razón principal para elegirlas era la eficacia clínica (77).