Comentarios de Cuidados Paliativos y de Apoyo

La situación real hoy en día

Por el contrario, la realidad del caso fue la siguiente:

El señor YKC había reingresado en repetidas ocasiones en el hospital. Sus estancias eran cada vez más prolongadas y los intervalos entre ingresos cada vez más cortos. El hecho de no tener un médico de atención primaria fijo asignado propició frecuentes enfrentamientos con un sistema sanitario difícil de manejar, con doctores que a menudo desconocían su estado de salud y que no eran conscientes del objetivo de los cuidados suministrados y que se mostraban incapaces de proporcionarle el apoyo y el cuidado que necesitaba. Durante uno de sus ingresos, en el que permanecía tumbado y gritando desesperadamente pidiendo que lo atendieran, su familia fue informada de que se encontraba en estado terminal y que debían aceptar que su muerte era inminente. La familia interpuso una reclamación: “Sabía que algún día moriría, pero no de esa manera”.

Se convocó al equipo de cuidados paliativos del hospital y se reajustó su medicación, incluyendo broncodilatadores, la administración de diuréticos para el fallo cardiaco y antibióticos contra la infección de pecho, esteroides y dosis bajas de opiáceos. El plan de cuidados paliativos contemplaba la decisión de no resucitar al paciente en caso de colapso cardiopulmonar, dando prioridad al cuidado y a la muerte en casa. A pesar de que en un primer momento el pronóstico era de muerte, los síntomas fueron mejorando y, finalmente, fue enviado a su casa.

No obstante, antes de finalizar la semana, estaba de nuevo en el hospital. Se quejaba de síntomas similares, de que no podía respirar. El nebulizador y el concentrador de oxígeno de casa no lo aliviaban lo suficiente. No avisó al equipo de cuidados a domicilio para enfermos terminales al que se le había remitido porque no lo encontraba lo suficientemente receptivo o conocedor de su estado para llamarlos. Según él, confiaba más en el servicio que le podía prestar la ambulancia de urgencias. De todas formas, su familia también prefería que fuera ingresado por la seguridad que ofrece un hospital y porque vivía solo, únicamente con una empleada de hogar que lo ayudaba.

La familia decidió no ingresarlo en una residencia para enfermos terminales. Seguían opinando: “una residencia no es un lugar para nuestro padre”. Finalmente, tras seis ingresos en los últimos seis meses de su vida, el señor YKC murió en la “familiaridad” del hospital.

 

Al paciente no le hubiera ido mejor en casi ninguna otra parte del mundo.

Comentarios existentes

blank blank blank blank blank 0 votos

Existe una gran diferecia entre ambas situaciones, pero el énfasis de esa diferencia pienso que hay que hacerlo en la disponilidad y la forma de trabajar de los profesionales, que muestran un gran interés, pero que tienen diferencias en la existencia de un dispositivo que permita atención continuada y unos recursos que faciliten la conexión interniveles, más que el uso de la tecnología.

Si funcionan equipos interdisciplinarios de cuidados paliativos, con recursos humanos suficientes para facilitar la atención y la gestión, la tecnología es un avance que puede ayudar, pero la falta de esa tecnología no implica que la gestión da cada caso no sea eficiente. Personalmente, en situaciones tan sensibles, me da miedo que se intente justificar la falta e recursos humanos sustituyéndola por recursos técnicos. En la segunda situación yo diría que hay una mala actuación, no por la falta de ordenadores, sino por la falta de medios y coordinación (la atención integral en Cuidados Paliativos implica la presencia real de profesionales en los hospitales y centros de salud las 24 horas del día y una coordinación para la correcta utilización de recursos. Si eso falla, falla todo)

Escriba un comentario

 
Inicie sesión y publique su comentario