La formación a través de situaciones reales, planteadas en clave vivencial, consigue que la persona aprenda de manera significativa, experimentando y descubriendo por sí misma, vinculando lo aprendido a las emociones y, por tanto, mejorando la retención, recuperación y transferencia de la información. Una correcta definición de objetivos y un desarrollo experiencial son garantía de impacto de la acción formativa.
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